Por Luis Domenech Sepúlveda
«Que cada vez que se pronuncie sus nombres, se agiganten en la historia sus figuras. Se han ido, pero están volviendo, y así será eternamente» (Panteón de Evita Perón)
Originalmente habíamos reservado esta columna para dedicársela exclusivamente a nuestro inmortal, Roberto Clemente Walker, en ocasión del Cincuenta Aniversario de su trágica desaparición el 31 de diciembre de 1972 mientras transportaba provisiones para socorrer a los hermanos nicaragüenses tras el devastador terremoto de 1972. Sin embargo, ante el doloroso, pero anticipado fallecimiento del legendario futbolista, Edson Arantes do Nascimento, alias el Rey Pelé, he considerado pertinente dedicar esta columna a la memoria de ambas leyendas deportivas al tratarse de dos de los atletas de mayor impacto mundial de todos los tiempos.
Como se sabe, ambas leyendas del deporte contemporáneo no solamente provienen de los sectores afro descendientes y de mayor marginación socioeconómica tanto de Brasil como Puerto Rico, sino que alcanzaron, por mérito propio, los máximos titulares como protagonistas del más alto nivel competitivo en sus respectivas disciplinas deportivas. De ahí el hecho irrefutable de que ambos deportistas son idolatrados y venerados no solamente es sus respectivos países, sino también alrededor del planeta Tierra. Ambos pertenecen por mérito propio al más exclusivo recinto de los inmortales del deporte mundial gracias, en gran medida, a sus extraordinarias destrezas e imponente presencia en cada uno de los estadios donde la muchedumbre simplemente quedaba deslumbrada e hipnotizada ante la majestuosa magia competitiva de ambos héroes del deporte contemporáneo.
Se trata, inequívocamente, de dos de los atletas más ejemplares y paradigmáticos del deporte de alto rendimiento a nivel mundial. De hecho, Pelé es considerado por los expertos del fútbol como el mejor jugador de la historia. Basta recordar que Pelé es el único futbolista que ostenta tres títulos mundiales con el uniforme de su natal Brasil. Incluso, se le reconoce como el jugador que revolucionó el fútbol a tal punto que muchos se refieren a dicho deporte con el distintivo de “antes y después de Pelé.
Por su parte, Roberto Clemente representa nuestra máxima imagen deportiva de todos los tiempos dado a su espectacular trayectoria no solamente como pelotero, sino también como filántropo y humanista solidario con las causas sociales. Su expediente es realmente voluminoso: (1) Premio Roberto Clemente para peloteros de Grandes Ligas que emulen sus valores, (2) Publicación de más de 75 libros de su vida y obra, (3) Creación del majestuoso Museo Roberto Clemente en la ciudad de Pittsburgh, (4) nombramiento con su nombre de Ligas, escuelas, estadios, coliseos, parques, carreteras y puentes, (5) colocación de bustos, estatuas y monumentos y, (6) Moneda con su imagen en la República de Liberia, África.
Francamente, se trata de dos leyendas deportivas que requieren mucho más espacio para la divulgación de sus trayectorias historicas. Ambos lograron transcender sus respectivas épocas y lugar de origen para convertirse, por derecho propio, en inmortales del deporte mundial.
Clemente y Pelé representan lo más digno de la raza humana.